lunes, octubre 31, 2005

Anotación 32

Día: 31 de octubre
Potencia y dirección del viento: viento racheado, que se reduce
Dirección: de todas las direcciones
Mar de fondo, bastante en calma
50 nudos

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Hubo un vez un niño al que le marcaron una línea en el suelo y le dijeron: "aquí estamos nosotros y ahí ellos. Tienes que elegir libremente". El pequeño deseó proseguir la línea hasta el infinito y dividir el mundo a su gusto, pero no supo cómo. Desesperado, eligió uno de los bandos... y dejó de ser niño.

miércoles, octubre 26, 2005

Anotación 31

Día: 26 de octubre
Potencia y dirección del viento: viento muy fuerte, muy variable
Dirección: todavía hacia el oeste, capeando el temporal
Mar picado, con altas olas
40 nudos




EN LA NADA




PEQUEÑA OBRA DE TEATRO EN CUATRO ACTOS




CUARTO ACTO

Los dos personajes, con la misma ropa del anterior acto, aparecen en escena, hombro con hombro, mirando al público. Una luz directa, desde el público, los ilumina. Se abre el telón.

Yo: ¿Sabes? Creo que hemos fracasado.
Ella: Sí.
Yo: No podríamos explicarlo con palabras.
Ella: Ya, seguir una palabra que está tu interior no se puede enseñar. Primero hay que descubrirla.
Yo: No podemos explicar algo que está en el interior.
Ella: Y menos hoy.
Yo: Ya. Hoy pocos siguen una palabra que no sea la de los demás.
Ella: Sí, todos están aterrados.
Yo: Sí, aterrados a seguir una palabra que no sea la propuesta desde el exterior.
Ella: Miedo a elegir los papeles según la palabra que tienen dentro y que no han descubierto.
Yo: Por eso no miran al cielo.
Ella: No miran las estrellas. Sólo quieren aprovecharse de ellas.
Yo: No se dan cuentan que detrás de la estrella hay otra palabra sin descubrir como la que llevan dentro. Y que pueden descubrirla y enseñarla.
Ella: Sí, no buscan su estrella. Les da igual buscar su palabra en otras estrellas.
Yo: Lo importante es tener una palabra, aunque no sea la suya.
Ella: Pero siguen buscando.
Yo: Eso es lo peor. Siguen buscando en la tierra, en lo malo y bueno.
Ella: Pero no lo encuentran. Lo tienen dentro y no se dan cuenta. Se creen que pueden descubrirse sin ayuda. No se dan cuenta que necesitan su estrella. Su única estrella, sólo suya.
Yo: Y leen.
Ella: Leen creyendo conocer su palabra, seguros de poder decir lo bueno y lo malo según lo que esa palabra les dice.
Yo: Y creen que no deben seguir buscando, aunque lo siguen haciendo sin saber por qué.
Ella: Y se consumen. Se mueren.
Yo: Sí. En la nada.
Ella: En la nada.
Yo: En la nada.

martes, octubre 04, 2005

Anotación 30

Día: 3 de octubre
Potencia y dirección del viento: comienza a enfriarse
Dirección: todavía hacia el oeste
Mar de fondo, con pequeñas olas
40 nudos



EN LA NADA



PEQUEÑA OBRA DE TEATRO EN CUATRO ACTOS



TERCER ACTO

En la escena aparecen los mismos personajes en su posición inicial. Ninguno de los dos lleva el cuerpo pintado y sus ropas son de color. Ella viste como en el segundo acto. Él porta pantalón vaquero azul claro, camisa verde y zapatos marrones. El foco de luz directa le ilumina sólo a ella, él permanece a oscuras.

Yo: Me pregunto si mi palabra tiene que ver con todo esto.
Ella: Probablemente mucho.
Yo: A mi palabra, no sé, la siento como especial, única.
Ella: Intenta expresarlo.
Yo: No sé.
Ella: …
Yo: ¿Sabes? El otro día hacía mucho calor. Me puse en el marco de la ventana abierta a meditar, por si venía algo. Estaba oscuro y el cielo estaba totalmente cubierto de estrellas. Algunas grandes, otras pequeñitas, unas tintineantes y tan fijas como el movimiento de un muerto. Después de estar un rato observando las estrellas me fije en una ni muy grande ni muy pequeña, ni muy brillante ni poco. Separada, rodeada de oscuridad por todos lados. Era única. Una estrella que había decidido aislarse del resto, dejar el mundo espacial. Quizá mi palabra sea como esa estrella. Sola, abandonada del mundo, pero fija y siempre ahí. Necesito una estrella estable, que me deslumbre y que sea bella, sea constante y de la que nunca me canse. Una estrella que no me haga cambiar de papel, que signifique una norma y una dirección en mi vida.
Ella: Parece como si estuvieses enamorado de tu estrella y de tu palabra.
Yo: Sí, quizá. Sólo quiero decir que necesito algo que me dé seguridad y de lo que nunca dude. Algo que sienta en el fondo del alma a pesar de no estar dentro de mí. Y que nunca acabe, que no se apague nunca. Que no sea como otras estrellas, que estallan, deslumbran pero después se quedan en polvo, en nada.
Ella: Y, ¿cómo sabes que la vas a encontrar?
Yo: No lo sé. Sólo puedo confiar en el futuro, lo que supone confiar en la nada.
Ella: Pareces triste.
Yo: Sí, lo estoy. Me desespera seguir buscando mi palabra, mi estrella. ¿Sabes? A veces pierdo la esperanza.
Ella: ¿De encontrarla?
Yo: No, de poder verla. Quizá la tengo delante y no la veo.
Ella: ¿Y eso te molesta?
Yo: Me gustaría dejar de buscar la orientación y que mi palabra me la dé.
Ella: Ya. Entonces al final buscas.
Yo: Sí, ya te lo he reconocido al principio.
Ella: Por eso vas tan inclinado hacia adelante, con porte serio y con mirada perdida.

Un foco de luz directa, de frente, le ilumina a él.

Yo: Sí.
Ella: ¿Y que haces mientras buscas?
Yo: Callo.
Ella: ¿Cómo?
Yo: Ando en silencio.
Ella: Entonces nos buscas, no construyes. El silencio es la nada de la palabra.
Yo: Entonces, ¿qué debo hacer mientras busco la palabra que me dé orientación?
Ella: Actuar y buscar, crear y destruir. Elegir los papeles correctamente para ser mejor y conocer más. El conocimiento te permitirá discernir en el futuro. Quizá a través de tu estrella encuentres tu palabra.
Yo: ¿Insinúas que mi estrella no es lo mismo que mi palabra?
Ella: Sí. Tu palabra es lo que buscas. Tu estrella es lo que te llevará a ella.
Yo: Y mientras… ¿qué norma he de elegir?
Ella: La de la coherencia de tu cabeza, la que llevas dentro. Que en el futuro tu estrella no choque con tu pasado. Actúa como si ya la tuvieses, como si ya conocieses la palabra. Que al actuar unas tus palabras a la palabra que buscas.
Yo: ¿Coherencia entre pensamiento y acción?
Tú: Sí, entre papeles elegidos y pensamientos. Que tus cambios sean frecuentes, pues así mejorarás más con el tiempo.

Se baja el telón.


FIN DEL TERCER ACTO