viernes, enero 27, 2006

Anotación 39

Día: 27 de enero
Potencia y dirección del viento: gélido, del oeste
Dirección: en círculos, en búsqueda de icebergs
Mar en calma
12 nudos

[+]

Hay cosas que debes prohibirte. La vida no es decir que sí, sino decidir.

Navegar supone adaptarte al mar para seguir tu rumbo, no ir en línea recta pase lo que pase.

Ponte límites para salvar tu alma, para no destruirte en tu propio lago salado. Que tu bache no se llene de agua de mar; que su fondo sirva para impulsarte, alzar las alas y volar.

lunes, enero 16, 2006

Anotación 38

Día: 16 de enero
Potencia y dirección del viento: calma chicha
Dirección: hacia el sureste
Mar como un plato
1 nudo

Transmisión enviada, frecuencia: Crónicas Marcianas, Ray Bradbury.

Fragmento procedente de la librería del Capitán.

Destino: sugerencia, camisetas gastadas.

-¿Cuánto tiempo cree que podrá resistir?
-El que me lleve matar a doce hombres, poco más o menos.
-¿Por qué no nos mató a todos esta mañana, cuando se le presentó la ocasión? Hubiera sido fácil, usted lo sabe.
-Lo sé. Sentí náuseas. Cuando uno quiere hacer algo terrible se miente a sí mismo. Se dice uno que todos los demás están equivocados. Bueno, en cuanto empecé a disparar contra ellos, comprendí que sólo eran unos necios y que no debía matarlos. Pero ya era demasiado tarde. No pude continuar, entonces subí hasta aquí con la esperanza de volver a creer en la mentira, de enfurecerme y empezar de nuevo.
-¿Ya está resuelto?
-No mucho. Bastante.
El capitán estudió su cigarrillo.
-¿Por qué lo hizo?
Tranquilamente Spender dejó el arma en el suelo.
-Porque he visto que los marcianos tenían algo que nosotros nunca soñamos tener. Se detuvieron donde nosotros debíamos habernos detenido hace un siglo. He paseado por sus ciudades y comprendo a esta gente y me gustaría llamarlos mis antepasados.
El capitán señaló con un movimiento de cabeza un grupo de edificios.
-Es magnífico ese pueblo.
-No es sólo eso. Sí, sus ciudades son hermosas. Los marcianos sabían cómo unir el arte y la vida. El arte fue siempre algo extraño entre nosotros. Lo guardamos en el cuarto del loco de la familia. 0 lo tomamos en dosis dominicales, tal vez mezclado con religión. Bueno, estos marcianos tenían arte, y religión y todo.
-Usted cree que habían llegado al fondo de las cosas, ¿no es así? -Estoy seguro.
-Y por eso empezó a masacrarnos.
-Cuando yo era pequeño mis padres me llevaron a la ciudad de México. Siempre recordaré el comportamiento de mi padre, vulgar y fatuo. A mi madre no le gustaba tampoco aquella gente porque eran morenos y no se bañaban a menudo. Mi hermana ni les hablaba. Sólo a mí me gustaban realmente. Y puedo imaginarme a mi madre y mi padre aquí en Marte haciendo otra vez lo mismo... Para el norteamericano común, lo que es raro no es bueno. si las cañerías no son como en Chicago, todo es un desatino. ¡Cada vez que lo pienso! ¡Oh, Dios mío, cada vez que lo pienso! Y luego... la guerra. Usted oyó los discursos en el Congreso antes de que partiéramos. Si todo marchaba bien, esperaban establecer en Marte tres laboratorios de investigaciones atómicas y varios depósitos de bombas. Dicho de otro modo: Marte se acabó, todas estas maravillas desaparecerán. ¿Cómo reaccionaría usted si un marciano vomitase un licor rancio en el piso de la Casa Blanca?

[...]

-Pero nosotros somos muchos. Dentro de una hora cerraremos el cerco. Dentro de una hora morirá.
-He encontrado algunos pasajes subterráneos y un refugio que ustedes jamás descubrirán. Viviré allí algún tiempo, y cuando ustedes se descuiden, saldré y los iré cazando, uno a uno.
El capitán inclinó la cabeza.
-Cuénteme algo de esa civilización -dijo señalando con la mano las ciudades de la montaña.
-Sabían cómo vivir con la naturaleza, y cómo entenderla. No trataron de ser sólo hombres y no animales. Cuando apareció, Darwin cometimos ese error. Lo recibimos con los brazos abiertos y también a Huxley y a Freud, deshaciéndonos en sonrisas. Después descubrimos que no era posible conciliar las teorías de Darwin con nuestras religiones, o por lo menos así pensamos. Fuimos unos estúpidos. Quisimos derribar a Darwin, Huxley y a Freud. pero eran inconmovibles. Y entonces, como unos idiotas, intentamos destruir la religión. Lo conseguimos bastante bien. Perdimos nuestra fe y empezamos a preguntarnos para qué vivíamos. Si el arte no era más que la derivación de un deseo frustrado, si la religión no era más que un engaño, ¿para qué la vida? La fe había explicado siempre todas las cosas. Luego todo se fue por el vertedero, junto con Freud y Darwin. Fuimos y somos todavía un pueblo extraviado.
-¿Y estos marcianos encontraron el camino? -preguntó el capitán.
-Sí. En Marte aprendieron a combinar ciencia y religión para que funcionaran juntas, y se enriquecieran así mutuamente, sin contradecirse.

[...]

-Y seguramente no me dejarán tranquilo. Tendré que matarlos a todos.
-Es usted optimista.
-He encontrado un motivo para luchar y vivir. Eso me hace más peligroso. He encontrado algo que es para mí como una religión. Como aprender a respirar otra vez. Sentir en la piel la caricia del sol, dejar que el sol trabaje en uno, escuchar música, leer un libro. ¿Qué me ofrece en cambio la civilización de usted?

[...]

¿Quiere usted acompañarme sin resistirse, Spender? Es mi última oferta.
-No, gracias. -Spender extendió una mano-. Espere un momento. Si usted gana, hágame un favor. Trate de postergar la destrucción de este planeta, al menos durante cincuenta años. Hasta que los arqueólogos hayan tenido una buena oportunidad. ¿Lo hará usted?
-Se lo prometo.
-Y por último, si le sirve de algo, recuérdeme como un neurótico que enloqueció un día de verano y que nunca recobró la razón. Así será más fácil para usted.
-Así lo haré. Adiós, Spender. Buena suerte.-Es usted un hombre raro -comentó Spender, mientras el capitán bajaba por el sendero, azotado por el viento caluroso.

miércoles, enero 04, 2006

Anotación 37

Día: 4 de enero
Potencia y dirección del viento: flojo, templado
Dirección: norte
Pequeñas olas molestas
10 nudos

[+]

Nunca, nunca, dejes de ser tú mismo.


Que pasen tempestades, calmas chichas y maremotos, y que tu bandera siga en lo más alto, ora hacia el norte, ora hacia el sur, pero siempre declarando tu personalidad.


Navegar es cambiar de rumbo, no de barco.