Dirección: oeste
45 nudos
Lo que debimos hacer, lo que pudimos ganar o la pura sensualidad suelen protagonizar estos razonamientos de zapatillas y bata, de andar por casa. Estos pensamientos circulares se convierten en un mantra que repetimos sin parar hasta quedarnos dormidos, o hasta olvidarnos de nuestros verdaderos problemas. Nos bloqueamos preguntándonos una y otra vez, ¿qué podré hacer?, cuando realmente no podemos hacer nada. Pero es una certeza que resulta más confortable pensar qué mal lo he hecho que ponerse a arreglar el destrozo... o pedir perdón.
Los pensamientos circulares positivos también sirven para bloquear, en ocasiones, nuestra vida. Son el recuerdo de aquella excursión de girasoles en la que no discutíamos -sí lo hacíamos, pero no nos acordamos- o la memoria de aquel verano que realmente sí fue divertido -y que nosotros consideramos aburridísimo mientras lo vivíamos-. Es más fácil pensar que entonces todo estaba bien que pensar cómo se solucionan los problemas actuales.