lunes, noviembre 14, 2011

Anotación 74

Día: 14 de noviembre
Potencia y dirección del viento: fuerte lluvia, sin viento
Dirección: sin dirección
Mar en calma
10 nudos


En su último año, Raimundo Ladrón más que otra cosa, se deslizó por la vida. Se había convertido en un anciano de pelo blanco, entrañable, que casi no hablaba y, cuando lo hacía, de su pecho surgía un hilillo de voz, frágil y silbante. No pudo pronunciar ningún discurso de agradecimiento en los homenajes que se le tributaron y, a la hora de los aplausos, se le limitaba a sonreír con cierto brillo en sus ojos.

Llegada su hora, Ladrón agonizaba en su casa, rodeado de sus familiares y admiradores. El político, literato y mártir se hundía en el colchón y parecía desvalido, como un pájaro de tormenta. Ni se quejaba ni hablaba, sólo tomaba largos tragos de aire por la boca y los exhalaba despacito por la nariz.

Preparado para partir, todos se arremolinaban alrededor de la cama, plaza de toros de mujeres llorando y labios apretados en los hombres. Su respiración se hizo cada vez más lenta y pesada, como si en vez de aire respirase humo de alquitrán. Cuando aquel cuerpo ya parecía no dar de más, abrió la boca para decir sus últimas palabras. Todos juntaron sus cabezas para escuchar el legado de tal magno prócer de la patria.

- "Y no me gusta Rilke. Es insoportable" - dijo Raimundo Ladrón de Guevara-.

Y murió.

martes, julio 05, 2011

Anotación 73

Día: 24 de junio
Potencia y dirección del viento: suave, del sur
Dirección: nordeste
En calma
10 nudos


Ante la hoguera de San Juan, ha hervido en mi sangre la llamada de la tierra y en las llamas he escuchado un tambor de tradición lejana.


En el fuego he tirado mis dudas, mis heridas, mis debilidades, mis fallos, mis corrupciones, mis errores y mis caos. He perdido kilos de miedo y cobardía. En la hoguera ha caído parte de mí, y se han resistido a arder, restallando, crepitando e hirviendo con violencia. Pero al final ha prendido, retorciéndose con dolor hasta consumirse en cenizas.


He saltado la pira de mis oscuridades y me he purificado con la ayuda del santo. En las llamas he visto oportunidades, éxitos y fracasos. Pero he puesto el contador a cero, he borrado mi rastro.


Impregnado en mi ropa y en mi piel queda sólo el aroma del pasado. No he renacido, pero me he liberado del miedo.